Diario previsional Powered by

El ansiado futuro de la jubilación es uno de los temas más discutidos y preocupantes en la agenda pública actual, tanto a nivel nacional como internacional. La generación del baby boom se acerca gradualmente a este ansiado momento, por lo que instituciones como la Unión Europea (UE), la OCDE o el Fondo Monetario Internacional (FMI) han comenzado a advertir acerca de las presiones fiscales que este proceso generará. Las preguntas que se hacen los futuros pensionistas son muchas: ¿Se podrán jubilar en las mismas condiciones que las generaciones anteriores? ¿Se mantendrán beneficios como la actualización anual de las pensiones según la evolución del IPC?

La generación del baby boom en España nació, concretamente, entre 1958 y 1977. Durante este periodo, nacieron casi 14 millones de niños, lo que supuso 2,5 millones más que en las dos décadas anteriores y 4,5 millones más que en los veinte años posteriores. Mientras que en otros países el baby boom comenzó antes, en España este fenómeno se retrasó unos doce años. Precisamente, es en este año 2024 cuando muchos de estos baby boomers comienzan a retirarse. Esto aumentará notablemente el gasto en pensiones, ya que no solo hay más personas jubilándose, sino que las nuevas pensiones son, de media, más altas que las que reciben aquellos que fallecen. Este panorama plantea desafíos considerables para el sistema de pensiones.

Una de las principales medidas adoptadas para mitigar el impacto financiero del retiro masivo de los baby boomers es el retraso progresivo de la edad de jubilación. Como muestra el cuadro siguiente, la edad de jubilación en España varía en función de los años cotizados:

El retraso en la edad de jubilación es una de las medidas más evidentes para aliviar las tensiones financieras del sistema de pensiones. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta acción, por sí sola, puede no ser suficiente. La Comisión Europea ha emitido varias recomendaciones para mitigar el impacto de la jubilación masiva de los baby boomers, muchas de ellas centradas en aumentar la participación de la fuerza laboral. Estas recomendaciones incluyen:

• Aumentar la participación de la fuerza laboral: Se busca incorporar más mujeres, jóvenes, ancianos, personas desfavorecidas e inmigrantes al mercado de trabajo. Para lograrlo, se recomienda mejorar el acceso a servicios de guardería, aumentar los niveles de cualificación y facilitar el acceso a la formación.
• Mejorar la productividad: Promover la innovación, la digitalización y mejorar el entorno empresarial son herramientas esenciales para mantener un crecimiento económico que pueda soportar el aumento del gasto en pensiones.
• Limitar la jubilación anticipada: Se recomienda reducir las salidas tempranas del mercado laboral y aumentar la tasa de empleo de los trabajadores de mayor edad. Además, se plantea la posibilidad de vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida.

Un factor clave para el futuro de las pensiones es el saldo vegetativo, que mide la diferencia entre nacimientos y defunciones. En España, este saldo ha sido negativo durante varios años. Aunque la inmigración ha ayudado a compensar esta disminución de la población, el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Banco de España proyectan que para 2050 habrá aproximadamente 1,7 trabajadores por cada pensionista, frente a los 2,4 actuales. Este desequilibrio agrava el desafío para las cuentas públicas.

En los próximos años, es probable que se debatan nuevas reformas del sistema de pensiones. Además del retraso de la edad de jubilación, podría haber ajustes en la cantidad de la pensión o en otros aspectos del gasto público (como defensa, sanidad o educación) para mantener el equilibrio fiscal. A medida que la esperanza de vida aumenta y la tasa de natalidad se mantiene baja, el reto de financiar las pensiones para las generaciones futuras será cada vez mayor.