Roberto Cordal se jubiló hace tres años. Si bien varias veces tuvo que hacer algún trabajito para complementar sus ingresos, hace varios meses que la situación se puso “fea de verdad” y lo que empezó como una changa se convirtió en algo vital: “Trabajo de mozo en una empresa de catering. Es pura necesidad”, le dice a LA NACION después de una jornada de trabajo de seis horas por la que cobró 20.000 pesos.
Este hombre de 70 años, casado y padre de cuatro hijas, trabajó formalmente durante 47 años, los últimos 37 como empleado administrativo en la Facultad de Derecho de la UBA. Una vez jubilado, dice, sus ingresos “eran suficientes” para que él y el núcleo familiar con el que convive (su mujer y sus dos hijas menores, una de ellas con discapacidad) llevaran una vida típica de clase media, con vacaciones en la Costa y alguna que otra cena familiar en el bodegón del barrio.
“Hasta hace un año, miraba los índices de pobreza desde arriba. Los veía como algo muy lejano, porque mi jubilación está entre las intermedias. Pero ahora resulta que estoy por debajo de ese índice, que soy pobre”, le dice a LA NACION con tono de incredulidad. En estos meses de achique de gastos, en su casa solo se consumen las frutas y verduras de oferta y las salidas se cortaron, al igual que los viajes en subte.
“Cuando me salen trabajos en el Centro, antes yo solía ir en colectivo y subte para acortar el tiempo. Ahora solo viajo en colectivo, aunque me lleve mucho más tiempo, como una forma de ahorro. Ya no sé qué más recortar”, dice con resignación.
700 mil nuevos adultos mayores pobres
Según los datos de pobreza publicados por el INDEC la semana pasada, en los primeros seis meses del año, la población mayor de 65 años o más fue la que más se empobreció. Mientras a finales de 2023, el17,6% de las personas de ese segmento de edad vivía en la pobreza, ahora el 29,7% está en esa situación crítica. Es decir, 3 de cada 10 adultos mayores son pobres.
Los porcentajes, traducidos en personas por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, equivalen a 992.773 adultos mayores pobres a fines del año último contra 1.694.523 a fines de junio de este año. Esto significa que en los primeros seis meses del año, unos 701.750 adultos mayores, como Roberto, dejaron de ser de clase media y pasaron a ser pobres.
Eduardo Donza, investigador de dicho Observatorio, señala otro dato desalentador: si uno mira el universo de la pobreza, la proporción de mayores de 65 también creció. Pasó del 5,2% al 6,9%. Que haya más jubilados pobres tiene que ver, para el especialista, con que el aumento que registraron los haberes jubilatorios no guarda ningún tipo de relación con el fuerte incremento de los bienes y servicios. Este mes, con un aumento del 4,17%, la jubilación mínima pasó a ser de 244.320 pesos más un bono de 70.000 pesos.
“Los nuevos jubilados provienen de sectores medios. Son personas que cuando estaban en edad activa, tenían trabajos que les permitían tener un nivel de vida que ahora no pueden sostener. Si tenían un auto, ahora les cuesta mucho mantenerlo o llenar el tanque. Ni hablar si alquilan y tienen que renovar el alquiler. Por lo general, tampoco pueden acceder a los subsidios en las tarifas de servicios porque sus ingresos están por encima de la jubilación mínima o tienen casa propia o un auto”, describe Donza.
“Ahora no me están saliendo evento”
Roberto vive en un complejo de monoblocks de tres pisos en el barro porteño de Villa Pueyrredón, en un departamento propio. Cuenta que las expensas son accesibles, pero que los servicios no dejan de aumentar. Para estar al día con los gastos de su casa, la variable de ajuste es la comida. “Aunque cambies a las segundas o terceras marcas, siguen siendo caras, al menos para mi economía. Es extraño, porque te dicen que la inflación bajó y por eso la jubilación y los sueldos aumentan poco, pero los precios de los alimentos y servicios siguen subiendo”, se queja.
En estos tiempos en los que más necesita su sueldo extra de mozo, el trabajo escasea. “La gente no tiene plata para festejos. Por otro lado, las empresas de catering pagan cada vez menos. Te dicen: ‘Si no te sirve, buscamos a otro’. Pero como lo necesito, no me queda otra que decir que sí”, se lamenta.
Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad, calcula en forma semestral la canasta básica para un jubilado. Según la última actualización de esa cifra, que publicó a principios de este mes y viene estimando desde 2010, una persona jubilada necesita 912.584 pesos por mes para cubrir todos sus gastos, incluidos los relacionados con su vivienda.
La canasta está integrada por rubros como vivienda, alimentos, transporte, servicios, medicamentos, limpieza, vestimenta y recreación. Esos mismos ítems, calculados en abril de este año, totalizaban un valor de 685.041 pesos, lo que significa que en los últimos seis meses registraron una suba del 54,37%, muy por encima del aumento que registraron los haberes jubilatorios.
“Hay muchísimos jubilados que perdieron los subsidios a la luz y al gas. Pero ya sabemos que a menos calefacción, más neumonía. El ahorro energético redunda en mayores gastos en salud, en un contexto donde no todos están pudiendo acceder a los medicamentos”, alerta Semino, quien agrega que los insumos de farmacia, como los adhesivos dentales o los protectores para incontinencia, no solo aumentaron notablemente sino que se venden sin descuento. “Una persona que no puede comprar esos productos se ve condenada a la soledad y la depresión”, grafica el gerontólogo.
“No me alcanza para los remedios”
En el caso de Marta Romitelli, varios de los rubros de la canasta de jubilados pasaron a ser un buen recuerdo en su vida. “No me acuerdo cuándo fue la última vez que me compré ropa. Me arreglo lo que tengo y lo voy reciclando. Ahora vengo ahorrando para comprarme unas zapatillas”, cuenta esta mujer de 78 años.
En la economía de esta mujer, que tuvo múltiples trabajos formales y se jubiló con la mínima, los lácteos, las frutas y las verduras solo aparecen cuando la gente del Centro Comunitario Renuevo le acerca bolsas con alimentos una vez al mes. “Como fui jefa de cocina, hago magia con esas cosas y ceno. Al mediodía tomo un té con unas galletitas y voy tirando. Por suerte, no alquilo”, explica como si eso que dice fuera lo más natural del mundo.
Pero si la falta de almuerzo no angustia a Marta, la posible falta de sus medicamentos sí. La mujer cuenta que en su farmacia de confianza le dijeron que la mayoría de los medicamentos que necesita y que PAMI le otorgaba con bonificación total ya no tienen la cobertura del 100%. El Venart, el Omeprazol, una loción Dermaglos que usa por indicación médica y dos cajas de Tramadol que le da el médico para los dolores, porque tienen fibromialgia perdieron, dice, ese beneficio. “No sé cómo voy a hacer porque no los puedo comprar y no tengo ayuda familiar. Mi única hija falleció de cáncer y mis nietos no están en condiciones de ayudarme”, agrega con tono desesperado.
“En los dos extremos de la vida, en la infancia y en la vejez, es en donde hay mayor indefensión”, reflexiona Donza, de la UCA. “Pero en el caso de los adultos mayores, no siempre hay red. La pobreza se vive en soledad”, describe el especialista, quien considera que para que los adultos mayores superen la situación de pobreza necesitan, fundamentalmente, dos cosas.
Por un lado, sostiene el experto, deberían recuperar poder de compra. “Los aumentos que perciban deberían ir por encima de la inflación, pero la tendencia de todos los gobiernos ha sido ir en sentido opuesto”, explica. Por el otro, agrega, sería necesario que, quienes no cuenten con recursos o red familiar, tuvieran garantizado el cuidado. “Los programas de empleo podrían apuntar en este sentido”, concluye.
Más información
- El Centro Comunitario Renuevo colabora con Marta Romitelli y con otros 100 adultos mayores con cajas con mercadería o a través del comedor comunitario que funciona los días sábados. Quienes deseen colaborar con la institución pueden escribir a centro.c.renuevo@hotmail.com, o comunicarse con Juan Carlos Forte, a cargo de la institución al: 11 6113 9611
- El miércoles 16 de octubre a las 10, el Observatorio de la UCA junto a la Fundación Navarro Viola presentarán el documento “Desafíos y oportunidades en el envejecimiento: Un balance de la última década en la Argentina”, en Av. Pte. M. Quintana 174, CABA. Las personas interesadas pueden inscribirse haciendo click aquí
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