El texto será discutido a comienzos de 2023 por el Consejo de Ministros y comenzará en primavera su trámite parlamentario, con el objetivo de que entre en vigor "antes del final del verano", explicó Borne en una entrevista que publica hoy el diario Le Parisien.
La jefa del Ejecutivo insistió en la necesidad de la reforma en que el sistema de pensiones tiene un déficit que superará los 12.000 millones de euros en 2027 "y continuará aumentando si no hacemos nada".
Ese déficit podría alcanzar un acumulado de 100.000 millones de euros en diez años, abundó el ministro de la Función Pública, Stanislas Guerini, en unas declaraciones a France Info.
"Hay que actuar. Debemos trabajar más tiempo de forma progresiva", destacó Borne, quien criticó a partidos políticos como la izquierdista La Francia Insumisa o la ultraderecha de la Agrupación Nacional, "que dicen que no hay problema y que es posible volver a la jubilación a los 60 años".
La reforma prevé retrasar de forma progresiva la edad de jubilación, de forma que alcance los 65 años en 2031 para lograr el equilibrio en diez años.
El Gobierno prevé que el mayor período de cotización permitirá aumentar la pensión mínima hasta 1.200 euros mensuales.
Borne se mostró abierta a continuar el diálogo con empresas, sindicatos y partidos, y prometió estudiar cualquier otra vía "que permita lograr el mismo resultado".
Sin embargo, excluyó bajar la cuantía de las pensiones o aumentar las cotizaciones sociales.
La posibilidad de subir la edad de la jubilación tiene el rechazo frontal de los sindicatos, y el presidente Emmanuel Macron barajó durante la campaña electoral de esta primavera aumentarla hasta los 64 años como forma de compromiso.
Borne no quiso especular en la entrevista sobre esa posibilidad, y se limitó a señalar que están escuchando todas las propuestas dentro del diálogo que mantienen con partidos y sindicatos.
La primera generación afectada por la reforma será la de los nacidos en el segundo semestre de 1961, que verá su edad de jubilación retrasada en algunos meses, avanzó la primera ministra.
Una de las quejas de los sindicatos es que la tasa de empleo de las personas entre 55 y 64 años es solo del 56 % en Francia, lo que hace muy difícil para ese grupo de edad aumentar su período laboral. "Tenemos que responsabilizar a las empresas para que no prescindan de los trabajadores mayores y les contraten", reconoció Borne. EFE
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